En artículos anteriores, tratamos ya sobre la relación entre las competencias digitales y la formación, o en qué medida pueden ser la antesala de competencias profesionales. En esa misma línea, cabe pensar, y es el objetivo de la Comisión Europea, que las competencias digitales son una llave para la inserción laboral y el desarrollo profesional, hoy, y sobre todo, mañana.

La Unión Europea (UE) define la empleabilidad como “una combinación de factores que permiten a los individuos progresar hacia el empleo o entrar en el mercado laboral, permanecer en él y progresar en sus carreras”. En ese sentido las digitales se cuentan entre las competencias que habilitan para encontrar trabajo, desarrollarlo y crecer profesionalmente, tanto por cuenta ajena como por cuenta propia. El proceso de Bolonia ayuda a adaptar, desde la Universidad, la formación a las necesidades del mercado laboral, sin olvidar la capacitación integral lo que derivaría, en conjunto, y en un plano ideal, en la autonomía personal y profesional del individuo.

Además, todos los agentes implicados (formadores, empresas, Administración) deberán estar atentos a los cambios en la demanda del mercado laboral para adaptar la formación y capacitación de los futuros profesionales a la misma. Se trata, por tanto, de anticiparse a esos cambios y de ahí que la UE ponga ahora el acento en las competencias digitales como clave de presente y futuro a corto, medio y largo plazo.

Competencias digitales para la inserción laboral

La Estrategia Europa 2020, presentada por la Comisión Europea en 2010 bajo la Presidencia Española del Consejo, recuerda su compromiso de conseguir que un 75% de la población entre 20 y 64 años esté trabajando. Alcanzar ese objetivo dependerá en gran medida de la capacidad que demuestren todos los agentes para anticiparse a la demanda laboral, y transmitir sus necesidades a través de la formación. La Comisión Europea manifestaba esta realidad en su decisión de octubre 2015 relativa a la orientación laboral: “los Estados miembros deben realizar las inversiones necesarias en todos los sistemas educativos y de formación, a fin de aumentar su eficacia y eficiencia en la mejora de la cualificación y las competencias de la mano de obra, de modo que esta pueda anticipar y responder mejor a la rápida evolución de las necesidades de unos mercados de trabajo dinámicos en una economía cada vez más digital y en el contexto de los cambios tecnológicos, medioambientales y demográficos. “

Según datos de la Comisión Europea (Comisión Europea, 2016), 70 millones de europeos carecen de capacidades suficientes de lectura y escritura y un número aún mayor tiene escasas capacidades de cálculo y digitales. Más de la mitad de los 12 millones de desempleados de larga duración se consideran trabajadores con un nivel bajo de capacidades. El 40% de los empleadores en Europa tiene problemas para encontrar a personas con las capacidades que necesitan para crecer e innovar y son muy pocas las personas que tienen una mentalidad emprendedora y las capacidades necesarias para crear su propia empresa. Esto da idea de la importancia que tiene alinear oferta y demanda a través de la formación, y hacerlo ya.

En relación a esto, cabe decir que al margen de los perfiles profesionales basados en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, y al margen de especialistas en tecnologías de la información y la comunicación, muchos puestos de trabajo necesitan personas familiarizadas en mayor o menor medida con las TICs. Al igual que ocurre en la vida cotidiana, la ciudadanía cada vez está más inmersa en  un mundo digital que abarca desde la manera de comprar y vender, hasta la de estudiar o incluso ir al médico. Por todo ello las competencias digitales se han convertido en una necesidad imperiosa e ineludible para la inserción laboral y el desarrollo profesional.

Digitalmente competentes: laboralmente válidos

Para definir lo que significa ser digitalmente competente, la Comisión Europea ha desarrollado en los últimos años el Marco Europeo de Competencias Digitales para Ciudadanos (DigComp) centrado en concretar conocimientos, actitudes y habilidades propias de la misma. DigComp define 21 competencias digitales, agrupadas en cinco áreas clave y a su vez describe qué requisitos se ha de cumplir en cada una de ellas para ser “competente digital”. Las áreas clave son:

Se trata, en definitiva, de una guía de requerimientos de aprendizaje, lo que significa que no solo puede ser utilizada a nivel individual, para saber el nivel de competencias digitales de cada uno, sino que también puede utilizarse como un recurso de mejora de competencias en el sector educativo o incluso a la hora de seleccionar nuevos empleados o mejorar las capacidades de los existentes.