A pesar de ser  uno de los puntos clave que marcan las
directrices del Espacio Europeo de Educación Superior, todavía no hay una
definición clara del concepto de movilidad de personal a nivel Europeo. 
La movilidad del personal
universitario es también, como la de estudiantes, un tema complejo de diseñar.
Para abordarlo es necesario tener en cuenta varios elementos a la hora de
diseñar políticas, guías de actuación y estrategias. Por ejemplo, los flujos de
movilidad (outward o inward); la duración (periodos largos o cortos); la
categoría de personal que puede acceder a estos programas: hasta ahora, no hay
duda sobre profesores e investigadores de las universidades, pero ¿qué ocurre
con los doctorandos que están contratados en la universidad e investigan para
su institución. En países como España son personal laboral pero que en la mayoría
de Estados son considerados alumnos?. Pero el concepto y características de la
movilidad no quedan tan claro a la hora de aplicarlo a personal técnico y
administrativo de la universidad. 

Dentro de los países integrantes
del Espacio Europeo de Educación Superior, menos de la mitad no tienen definida
una política nacional en cuanto a objetivos que promuevan de manera explícita
la movilidad de personal universitario. Entre ellos: España, Reino Unido,
Irlanda, Grecia, Suecia…
Entre los países que sí cuentan
con programas específicos para incentivar la movilidad del personal
universitario, destacar Finlandia y Bélgica (la comunidad Francesa) que cuentan
con programas nacionales de movilidad para personal administrativo y técnico de
la universidad. En el resto, la financiación de este tipo de movilidad procede
exclusivamente del programa Erasmus, que sí contempla la financiación de
acciones de movilidad para el personal administrativo y técnico de las
universidades. De hecho, Erasmus ha hecho posible la movilidad de personal
universitario en muchos países.
En cuanto a los principales
obstáculos que los Estados manifiestan a la hora de fomentar la movilidad de
personal universitario, el principal es la falta de financiación, especialmente
a la hora de “salir”, seguido de la carga administrativa, las competencias
lingüísticas y la motivación del personal. También se nombra la propia
dificultad del personal para encajar un periodo de movilidad en su propio
calendario de trabajo y conseguir cubrir su puesto de trabajo entre tanto.
A la hora de “recibir” personal,
dos son los problemas manifestados por los países encuestados y en este orden
de importancia: las competencias lingüísticas y la falta de financiación. Otras
dificultades que encuentran como desalentadoras son: la falta de ayuda para
solucionar temas como alojamiento, escolaridad de los hijos…
La importancia que para el
sistema europeo de educación superior tiene la participación del staff en
programas de movilidad ha impulsado la propuesta de medidas que salven estas
dificultades.  Especialmente en cuanto a
financiación, pero también a formación en idiomas, así como creación de
servicios de asesoramiento. Esto último se ha visto como elemento clave para
animar al personal universitario a participar/acoger programas de movilidad,
por lo que se hace necesaria la creación de herramientas de comunicación que
permitan el acceso a la información y a servicios de asesoramiento personal,
tal y como ya ofrece para el caso de personal investigador la web europea Euraxess
También se está valorando
recompensar la movilidad de profesorado e investigadores relacionándola con el
desarrollo de su carrera profesional, incluyendo en los criterios de cualificación
“competencias internacionales demostradas” como ya hacen en países como
Dinamarca. O mediante recompensas económicas, aunque esta vía parece ser muy
poco frecuente en Europa. De momento, no hay ninguna mención a medidas para
recompensar y por tanto incentivar la movilidad de personal administrativo y
técnico. El personal universitario no forma un grupo homogéneo y por ello
existen obstáculos a la movilidad que deben de ser analizados y solventados.
Un estudio del Parlamento Europeo sobre internacionalización de Educación Superior ofrece una visión muy completa
de la situación, especialmente del impacto de la educación on-line, movilidad
virtual, etc., con especial referencia a Estados miembros de la UE así como
Estados Unidos, Canadá, Australia, Colombia, Malasia, entre otros. No hay que
olvidad la importancia del programa de becas Fulbright implantado en Estados
Unidos desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
En sus conclusiones afirma que la
internacionalización de la universidad es una respuesta mas a la globalización
y su desarrollo implica estrategias internacionales, nacionales y regionales,
ya que se nutre de políticas económicas, sociales y académicas. El informe hace
una especial referencia a la naciente competencia de universidades de países
emergentes así como al creciente reconocimiento que se está dando al importante
papel del personal académico y administrativo  en el desarrollo futuro de la
Internacionalización de la Educación Superior.
Está claro que la mayoría de
los Estados promueven la internacionalización de la educación superior “sobre
el papel”. Pero mas de la mitad no cuentan con una estrategia de
internacionalización o de asesoramiento a los grupos de interés. Las
instituciones de educación superior de muchos países tampoco tienen una visión
clara de la importancia de esta estrategia, a pesar de participar de manera
exponencial en programas formativos y grados conjuntos a través de MOOCs y
cooperar con universidades de otros países mediante proyectos de investigación. 
El objetivo para el año 2020 es
que en las universidades del Espacio Europeo de Educación Superior alcancen el
20%  en cuanto a movilidad. Pero no es
importante solo atender a las cifras. Tanto para estudiantes como para
personal, la universidad europea debe preocuparse de la calidad de la
movilidad: mejorar los servicios de información, analizar las experiencias,
facilitar el reconocimiento académico y profesional, etc…

 
Fuente: European Commission/EACEA/Eurydice,
2015. The European Higher Education Area in 2015: Bologna Process. Implementation report. Luxembourg: Publications Office of the
European Union.

Proceso de Bolonia
El Proceso de Bolonia tuvo su origen en la celebración de los 800
años de la Universidad de Paris en 1998, cuando cuatro ministros de educación
firmaron la Declaración de la Sorbona, preocupados por la segmentación
detectada en la Educación Superior europea.
Esto sirvió de impulso para iniciar un proceso voluntario de
creación un Espacio Europeo de Educación Superior, que fue formalizado un año
más tarde en Bolonia, donde ministros de educación de 30 países firmaron la
Declaración de Bolonia (1999) y que en la actualidad cuenta con la firma de
47 países.
Su objetivo principal es hacer las titulaciones universitarias
europeas compatibles, comparables y coherentes, mejorando la calidad e
impulsando la movilidad de estudiantes, investigadores y trabajadores.